2.6.08

Judith Miller

Durante la guerra de 1991, Miller co-escribió un libro con Laurie Mylroie titulado “Saddam Hussein and the Crisis in the Gulf” (Saddam Hussein y la Crisis en el Golfo”). Ambos autores fueron clientes de Eleana Benador cuya empresa “PR” representó a muchas figuras prominentes abiertamente favorables a la guerra que aparecieron en la televisión y en otros sitios de acción pública. Al comienzo de esta segunda guerra, Miller trabajó estrecha y acríticamente con Ahmed Chalabi -hoy caído en desgracia-, cuando éste fue jefe del Congreso Nacional Iraquí. Este ex banquero que trabajó también para la CIA fue su principal fuente en sus copiosos informes “periodísticos” desde Iraq. En mayo de 2003, en un mensaje de correo electrónico, Miller comentó que Chalabi le había "proporcionado a nuestro periódico la mayoría de las "noticias exclusivas" que aparecieron en primera página" (sobre las pretendidas armas de destrucción masiva).
El 27 de mayo de 2004 “The New York Times” pidió disculpas a sus lectores porque su cobertura de la guerra “no fue tan rigurosa como debía ser” y admitió que publicó “información sobre las supuestas pruebas de armas de destrucción masiva sin tener en cuenta que sus fuentes -opositores y desertores iraquíes, como Chalabi y sus aliados en la administración Bush- tenían un gran deseo de lograr que Saddam Hussein fuese derrocado”... “Editor & Publisher”, un servicio informativo sobre la prensa en EE.UU., criticó en esos días a “The New York Times” por proteger a Judith Miller, su reportera principal en Iraq.

Dudas de sus pares

Michael Massing, de “The New York Review of Books”, le preguntó a Judith Miller, el 26 de febrero de 2004, por qué escribía tantas invenciones. Su respuesta: "Mi trabajo no consiste en evaluar la información del gobierno y convertirme en una analista independiente de la inteligencia (estadounidense). Mi trabajo consiste en decirle a los lectores cuál es el pensamiento del gobierno sobre el arsenal iraquí".
Miller tuvo un rol importante promoviendo la agenda del equipo presidencial en Iraq. Fue la autora del primer artículo que se publicó sobre un supuesto programa de Armas de Destrucción Masiva (WMD, en inglés) que supuestamente desarrollaba Saddam. Bajo el título «Amenazas y Respuestas: Los iraquíes; EE.UU. dice que Hussein intensifica la demanda de piezas para la bomba atómica», la periodista afirmó que Iraq trató de importar miles de tubos de aluminio para obtener uranio enriquecido destinado a fabricar armas nucleares. Todas sus mentiras reforzaron los argumentos de la administración Bush para legitimar la invasión.
Cuando Miller comenzó a mentir activamente sobre esos temas, a partir del 7 de septiembre de 2002, no habían transcurrido dos semanas desde que el Vicepresidente Dick Cheney pronunciara su primer discurso de fines de agosto presentando a Iraq como el próximo blanco militar de Washington. http://www.whitehouse.gov

/news/releases/2002/08/20020826.html
. “Es lícito pensar que Miller tuvo un papel en la campaña de relaciones públicas sobre Iraq desarrollada por la administración Bush bajo la dirección de Andrew Card”, razonó “Disinfopedia”.
En junio de 2003, el reportero del Washington Post Howard Kurtz advirtió que "la Miller desempeña un papel muy raro en una unidad que el Ejército asignó a la búsqueda de armas iraquíes peligrosas, según oficiales del Ejército estadounidense, despertando las críticas a la unidad, al punto que un oficial la llamó "Operación Pícaro".
Más de media docena de oficiales militares declararon que Miller actuó como una intermediaria entre la unidad del Ejército a la que ella pertenecía y el líder del Congreso Nacional Iraquí Ahmed Chalabi, en la ocasión en que acompañó a los oficiales del Ejército hasta el cuartel general de Chalabi dónde tomaron bajo custodia al yerno de Saddam Hussein. Ella también tomó parte en la reunión inicial con el yerno, dijeron estas fuentes.
Aunque la misión de la unidad no consistía en interrogar a los iraquíes, los oficiales dijeron que esto fue una rutina para el "equipo Judith Miller, según palabras de un oficial cercano a esa situación". Este texto de Kurtz está en (inglés) en http://www.washingtonpost.com/ac2/wp-dyn/A283852003Jun24?language=printer

Periodismo y negocios

Los nexos de Judith Miller con el Pentágono no son nuevos. En 1986, escribió numerosos artículos sobre Libia, como contribución a la vasta campaña de desinformación contra Khadafi coordinada por el almirante John Poindexter, asesor de Seguridad de Ronald Reagan y socio de Olivert North en la intervención “Contra” de Nicaragua. Un artículo contundente sobre esta estrategia fue publicado en el Washington Post por el periodista Bob Woodward, célebre por sus libros y el desenredo de la madeja del Watergate.
La reportera Miller formó parte del pequeño equipo que en 2001 se ganó el Premio Pulitzer en “periodismo de investigación" por una serie de artículos sobre Osama bin Laden y Al Qaeda. En septiembre de 2002 se ganó un Emmy por su trabajo de documentación en “Nova” y “The New York Times” que sirvió de base para su libro "Germs" (Gérmenes), sobre el pretendido arsenal biológico husseniano. También formó parte del equipo del New York Times que ganó el premio DuPont 2002 por una serie de programas de televisión sobre terrorismo producidos para “Frontline”.
Miller aparece, además, como una experta en Oriente Medio y en seguridad nacional en diferentes shows de noticias y espectáculos de televisión sobre asuntos públicos, como Sixty Minutes (60 Minutos) de CBS; Oprah Winfrey, CNN; "Night Lines", "Buenos Días América", The Today Show, David Letterman, and The Charlie Rose Show. Además, diserta en el Medio Este de EE.UU. sobre el islam, la seguridad nacional y terrorismo. Todas estas múltiples vertientes “periodísticas” le han producido también jugosas ganancias en el mercado de los aterrados y manipulables estadounidenses.
Todavía no se sabe por qué el juez adoptó su controvertida decisión de meter en chirona a la Miller -mientras Novak permanece tranquilo en su casa-, ni cuál fue su papel en toda esta intriga. Lo que parece estar claro es que “la libertad de expresión” tendría muy poco que ver con los aprietos del personaje.


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