Como toda experiencia nueva, las primeras horas desconciertan. Además, como a la mayoría de las personas (espero) en varios momentos me rige el fantástico principio del placer. "Todo, ya, para mí", entonces el deseo de resolver los primeros inconvenientes cuánto antes lleva a tirar manotazos para todos lados.
Instalación del indómito Debian. |
Asusta un poco, pero lo que viene después lo hace un poco más je! |
Se podría decir que recurrir más a la terminal -consola- en Debian conlleva aprender/manipular comandos y eso obliga a recorrer tutoriales que muchas veces dan por sentado que el ususario tiene cierto conocimiento. De todos modos, no es que dejé windows hace años y todavía no aprendí ni un comando je!
Terminé el veinte-once con Ubuntu-Kubuntu-Mint-Ubuntu (solo en un par de ocaciones se salvó /home), comencé el veinte-doce con Kubuntu y pasé a Debian tras su deceso. Y todavía sigue pendiente la respuesta a una sencilla pregunta: qué motivación despertó el cambio desde un SO privativo a otro libre. Y dentro de ellos, el por qué de una distro a otra.
Speedy y sus habituales fallas de conexión. Ah, sí. Debian con KDE. |
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