Los viajes siempre (está bien, la mayoría de las veces) presentan situaciones con las que no se prevé a priori que se podrían topar aquellos que salen a las rutas argentas. No, no se trata de aquella afamada "Ley de Murphy" citada para explicar los infortunios acaecidos en cualquier contexto.
A la vera de la ruta 2, desde el mismísimo momento en que se comienza a abandonar Mar Del Plata, comienzan los bombardeos de publicidad (en el mejor de los casos) y también de propaganda. Personas con aspiraciones políticas emperifolladas en un velo de pulcridad y transparencia comienzan a asegurar tener las soluciones de todos los males de cara a las elecciones que se vienen este veinte once. Es imposible mantenerse al márgen, la sucesión de carteles obliga -siquiera por odiosa reiteración- a prestarles atención.
En los más de 400 KM. que separan a "la capital nacional del empresariado garca" del territorio porteño se pueden observar diferentes expresiones y deseos. Los vendedores de autos nos quieren "meter" el nuevo modelo que va a 15.000 KM. por hora y nos piden -al mismo tiempo-que respetemos las señales de tránsito; la compañía que fabrica fertilizantes para los sojeros nos aseguran que son lo mejor para los campos. Claro, como no tenemos tierras para sembrar es el que más nos resbala. Sin embargo, entre tanto (y taaanto) verde y/o amarillo, aparecen los carteles de Scioli, Carrió y alguno de algún que otro candidato a Presidente, pero de algún club de fútbol.
El gran B.B. tenía más que razón cuando sostenía que:
El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales. Bertolt BrechtNada es porque sí, de gusto como dirían. Todo está orientado según los perversos intereses de quienes manejan lo mass-mediático. El discurso hegemónico (TT para varios en la actualidad) está apostado en la derecha. Y cuesta que "la gente" tome real dimensión de lo que necesita para eso que llaman "futuro". Una "Lilita" por demás apocalíptica e incoherente, supone que todo es un Kaos.
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