25.6.10

Te quiero fuera!

Sergio Adrián Hernández Huereca es la segunda víctima de los excesos de los guardias de la frontera entre Estados Unidos y México. El joven de 14 años junto a un grupo de amigos arrojó piedras a los infantes y fueron perseguidos dentro del territorio mexicano. Hernández Huereca recibió un disparo en la cabeza, y falleció tras agonizar dos días. Fue la segunda víctima en manos de oficiales después de la ley Arizona. ¿Cuántos asesinatos necesita Estados Unidos para darse cuenta de que esa legislación es una medida por demás persecutoria y discriminatoria?

Desde que el 23 de abril se sancionó la ley anti-inmigrante ilegal, en la que se autoriza a policías locales y estatales a detener extranjeros sólo con la sospecha de que se trata de migrantes sin documentos, se estimaba que los tormentos hacia los mexicanos estuvieran a la orden del día. Arizona es el estado en donde más se presenta el paso de ciudadanos mexicanos hacia el país del norte de América, y por eso desde allí se impulsó esa medida.

Puede sonar cruel especular con que lleguen noticias que anuncien agresiones para con los inmigrantes ilegales. Porque era seguro que llegarían aunque sea vía alguna agencia de noticias alternativa. Y fue así en parte. Porque los ataques devinieron en dos muertes en manos de los agentes fronterizos. El primer fallecido fue Anastacio Hernández Rojas, quien murió el 28 de mayo luego de ser golpeado, pateado y recibir descargas de pistolas eléctricas. Hernández Rojas había sido detenido para ser deportado, y los agentes se lo comunicaron con una paliza que derivó en su muerte cerebral. Después de veintisiete años en suelo ajeno y con cinco hijos, no solo se despidió de Estados Unidos sino que también de este mundo.

Se sabe que la ley Arizona no pregona en ningún ítem que los agentes propinen golpizas a los detenidos. Pero se puede advertir que con el afán de hacerla cumplir se extralimiten y todo termine en un desastre. O dos y la cuenta puede aumentar cualquiera de estos días venideros. Porque al mencionado deceso se suma el de Adrián Hernández Huereca, que recibió un balazo en la cabeza como respuesta a su ataque con piedras a los uniformados. El adolescente cometió el criminal acto de arrojarle cantos rodados a los oficiales que se encargan de cuidar la frontera de los “indeseables” (por lo menos para ellos).

Hernández Huereca recibió el disparo a corta distancia en territorio mexicano. El casquillo fue encontrado en suelo de El Paso, limítrofe con Texas. El joven de 14 años estaba con un grupo de amigos, que al ver la reacción de los agentes atinaron a correr. En cambio, Adrián se escondió tras una pared y cuando se asomó para ver si se había calmado el ambiente, recibió el tiro de gracia.

La Secretaría de Relaciones Exteriores de México reveló que el número de muertos en la frontera con Estados Unidos asciende a 17 personas en lo que va del año. ¿Qué más hay que esperar? ¿Cuántas vidas van a ser necesarias? El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, esgrimió un tibio rechazo a la medida y no se escuchó su condena a los asesinatos en manos de oficiales norteamericanos.

Pese a que su influencia y su presencia en puestos relevantes han ido creciendo en los últimos años, los hispanos son mayormente aún una comunidad mal integrada en la sociedad norteamericana. Son cerca de 50 millones –según datos del portal elpaís.com- y representan la primera minoría del país, por delante de los negros. Sin embargo, su presencia, sobre todo en los Estados del sur, sigue siendo motivo de tensión y, a veces, de hostilidad xenófoba.

En cuanto a la población mexicana, se estima que cerca de 6 millones están en Estados Unidos sin papeles que regularicen su situación. Esa condición parece ser la culpa de los males norteamericanos, lo que lleva a considerar al común de esos ciudadanos que el ser mexicano sea sinónimo sin discusión de narcotraficante, asesino o. como mínimo, potencial ladrón.

Como si se tratara de ese afiche que muestra al “Tío Sam” señalando con en dedo hacia quien lo mira, los estadounidenses pregonan el “Te quiero fuera!” para con los mexicanos. Y La gobernadora de Arizona Jan Brewer, aprovechó eso y además realizó una consulta que avale su medida y el 60% de la población de ese Estado estuvo a favor. Se puede considerar que los mexicanos cruzan la frontera, por lo menos parte de ellos, para lograr mejores condiciones de vida. ¿Es justo que en otro país los espere peores contextos y la persecución desde el gobierno? ¿Tener papeles los hace mejores personas?